domingo, 20 de mayo de 2012

Disturbios: la historia en particular.



Invitación a un hotel.


La editorial Acantilado editó a mitad de 2011 Disturbios de James Gordon Farrell, una novela que nadie debería perderse. La razón práctica para la nueva edición de esta novela escrita en 1970 fue que le concedieron con cuarenta años de retraso el premio Booker, uno de los de más prestigio en lengua inglesa.  Por el cambio de reglas a la hora de conceder el premio muchas novelas no fueron tenidas en cuenta ese año y el año pasado se saldó la deuda concediendo una especie de premio al Booker perdido a esta novela.
El aparente protagonista, el comandante inglés Brendan Archer tras batallar en la Gran Guerra nos adentra en el hotel Majestic, verdadero protagonista de la novela. Un enorme hotel situado en la costa sureste de Irlanda, de más de 300 habitaciones que en su época brillaba en todo su esplendor y ahora está en decadencia. El comandante va en busca de su supuesta prometida y allí se encuentra con un grupo curioso y representativo de la Irlanda de un determinado momento histórico. Un grupo, un país, descrito con un irónico humor sorprendente: «Pienso que no hay ninguna necesidad de prescindir de la razón simplemente porque uno esté en Irlanda».

Un premio tras cuarenta años.


Aunque publicada en 1970 está ambientada en los años 1919-1921. Ambas fechas se encuadran en un momento crucial del país. La novela se desarrolla justo cuando se producía una «guerra desigual, esporádica pero brutal que se inició en 1919 entre el Sinn Féin/IRA y el ejército británico de ocupación» en palabras de John Banville el autor del prólogo; la «guerra» anglo-irlandesa por la independencia es llamada de forma eufemística «Troubles», título original de la novela que aquí han traducido como Disturbios. Los ecos de esa guerra se dejan entrever en el hotel pero con cierto humor y surrealismo en ocasiones. Decíamos que coincidía el marco en el que se desarrolla la historia y el momento de su publicación pues en 1970 renacieron esos disturbios en Irlanda del Norte. Si en la primera ocasión era la oposición unionistas-fenianos ahora será la de los protestantes-católicos, oposición también presente en la novela sobre todo en el personaje de Edward Spencer, el director del hotel.


El señor James Gordon Farrell.



Más allá del sentido metafórico, observamos la decadencia física del hotel y de la gente que lo habita. Inconveniente decadencia para este grupo pero acorde a los tiempos: la desaparición de esa fauna que fue la aristocracia anglo-irlandesa que produce al tiempo horror y humor. Vienen a la mente dos referencias claras en este sentido: el cuento La casa tomada de Cortázar (los ruidos, el arrinconamiento) y la película El ángel exterminador (1962) de Buñuel (sobre todo el metafórico final de la película que en la novela saltea durante toda la narración). Y porqué no, también de El gatopardo de Lampedusa porque es un reflejo de una época de cambios inevitables; la decadencia, las ruinas, la violencia, envuelto todo en un surrealismo absurdo en el que unos luchan por mantener su estatus y otros por violentarlo. La novela está salpicada con noticias, artículos de los periódicos de entonces, donde no solo se habla del contexto inmediato del hotel (Inglaterra-Irlanda) sino también de sus colonias en un momento crucial como son Egipto, India, etc. Una referencia muy real. La mayoría de los títulos de J.G. Farrell tienen un contexto histórico muy marcado. Es una especie de novela histórica personal. Aquí aparecen salpicadas referencias al lejano Oriente (donde pasó parte de su infancia), Oxford e Inglaterra-Irlanda que de un modo u otro forman parte de su biografía.

Troubles/Disturbios.


Muestra un evidente cambio generacional y se hacen repetidos comentarios a la frívola generación de entreguerras en relación con la seriedad de sus mayores. La alta sociedad que aparece por el hotel son a veces absurdos, a veces crueles y son por ello satirizados pero también hay cierta atracción. Algo parecido a Evelyn Waugh. Nos encontramos con el director del hotel Edward Spencer que deja de hablar con su hijo por casarse con una católica; sus hijas, la huidiza prometida del comandante, Angela Spencer y las desubicadas gemelas; la impertinente Sarah Devlin que ya no desea los hábitos de ligue de antaño; el tutor Evans; el adusto doctor Ryan; y una  cohorte de damas ancianas que se muestran con toda su indolencia. Todos se ven reflejados en una verdadera fauna que les rodean y que forman parte de los elementos más cómicos de la novela: innumerables gatos, pavos reales, cerdos, etc. Hilarante el momento de la aparición de la hembra de pavo real. Personajes brutales pero cómicos, incluso surrealistas. Todos observados de cerca por el comandante, el único que tanto el autor como los demás personajes identifican sin el nombre de pila o apellidos. Es como un espectro que pasa por allí, manipulado inconscientemente, como llevado por la narcótica inercia del país. Un fuera de lugar que incomprensiblemente se ve arrastrado como si la voluntad se le hubiera evaporado. Algo hay en Irlanda, como si se viera arrastrado por la locura de sus habitantes que le hace quedarse. Atracción y extrañeza, las mismas que expone muy bien el autor.
Y ante todo, el hotel, el más importante; ese hotel que una vez fue y ya no es, con un reloj de péndulo «que había sobre la mesa de recepción que sólo indicaba la hora correcta, por accidente, una vez cada doce horas», ventanas sin cristales, lámparas sin poder encenderse porque han sido invadidas por una marea verde, un bar invadido por los gatos, sofás que tapan raíces que surgen del suelo, pistas de tenis invadidas por tréboles y alfombras de las que salía polvo si se andaba fuerte por ellas entre otras cosas y muchas más por descubrir.
Espacios, personajes, historia; un cúmulo de incentivos para acercarse a un autor que falleció a los 44 años cuando estaba realizando la parte más importante de su obra. Acantilado está preparando la edición para este 2012 de la última parte de «la trilogía del imperio», La defensa de Singapur (1978) de la que Disturbios es su primera parte y El sitio de Krishnapur (1973), la segunda.
[Texto publicado originalmente en Neosib]

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