jueves, 29 de marzo de 2012

Anselm Kiefer: Alemania restituyéndose.





Anselm Kiefer.



Reciente descubrimiento de un artista. Descubrimiento tardío por mi parte, no porque sea reciente su incorporación al mundo del arte. Anselm Kiefer se me reveló en el MACBA (Museu d’art contemporani de Barcelona). Allí hasta el 23 de abril se están exponiendo una selección de obras del mismo MACBA y de la Fundación “la Caixa” bajo el título ¡Volumen! Según parece tienen intención de que estas colecciones campen y ocupen en parte del espacio del CCCB (Centre de cultura contemporània de Barcelona) que está junto al MACBA en ese Raval barcelonés que acaba de recibir la incorporación de la nueva filmoteca de Catalunya.




El Raval se autodefine.




La Filmoteca de Catalunya.



Unos con exceso y otros con defecto. Una reflexión no sé si ligera al ver las dos filmotecas de Madrid y Barcelona. Y no tengo ni idea de qué razones hay, de quién tiene la culpa, si se trata de algo a aprovechar para declarar victimismo oficial o son circunstancias superficiales. Lo digo porque a la filmoteca de Madrid llega el primer día de mes  (ni uno antes y si acaso hay una fotocopia adelantando las primeras semanas), la programación; el ya conocido acordeón horizontal. De estos folletos siempre sobran, y sobran muchos. Por si acaso se quedan escasos, afuera, en su corcho, clavan uno de ellos y dentro y fuera hay una serie de pantallas televisivas que ofrecen la programación tan ochenteras, tan convexas ellas que van a llegar a ser vintage, sobre todo por el fondo colorido que se gastan donde van mostrando la programación. En cambio a día 23 de marzo estoy en Barcelona y entro en su filmoteca. Miro, busco y pregunto por un folleto. Se les han acabado y me indican que tengo la web y yo les digo que ya que estoy ahí (y por favor no todo el mundo anda conectado), dónde la puedo ver, esperando encontrar un bonito cartel acristalado o al menos el folleto clavado con chinchetas pero no hay nada, me dicen y me ofrecen una hoja donde se ve parte de la programación y me detengo en ella un rato. Por cortesía les pregunto si me la puedo llevar y me dicen que no, que es la única hoja que les queda. Ahí lo dejé. Y digo yo, ¿no tienen fotocopiadora?, ¿tan adelantados están que el papel lo ignoran?, y ¿los fetichistas que quieren un recuerdo al menos de «yo he estado aquí»? Tal vez sea que ellos están ahorrando más y el problema lo tienen los derrochadores madrileños.




Montsalvat entre brumas y claridad.



El foco estaba en Anselm Kiefer. Y me encontré con una obra suya monumental llamada Montsalvat de principio de los ochenta. Atrás dejé obras novedosas, interesantes, curiosas, con buenas ideas a veces sin una ejecución que les merezca pero la gran obra del alemán fue la que más consiguió captar mi atención. Era sencilla y por otro lado nada evidente. Abstracta y definida. En la distancia la mente rápidamente circula de un paisaje a una mancha; de un paisaje con mar cubierto con una niebla de polvo a un croquis de una ciudad. Provoca caos y tranquilidad mientras tu mente circula a su vez entre sentir y desentrañar una idea, una forma, una intención. De cerca hay concentración de pintura, hilos de lana, pipas y siete cabezas de girasoles ya secos. Siete que no seis por algo será. Y te acercas al título: Montsalvat. El título hace referencia a la montaña donde se dice que está escondido el santo grial, donde se vertió la sangre del redentor del mundo cuando murió en la cruz. Y esto quedaría por Burgos. Y sí, son siete, ese número de múltiples referencias a la perfección de Dios. El siete y el tres en una obra tan simbólica, tan referencial aparecerán a lo largo de su obra en títulos, en trípticos, etc.




Only the wind, time and sound (1997).  Inscripción.
Las referencias a la historia bien sea mítica o real es algo que caracteriza la obra de Anselm Kiefer bien en pintura, escultura o en instalaciones. Alguien lo ha llamado «teatro de la memoria»: los mitos de los nibelungos, de Parsifal (por Monsalvat pasó), de la Segunda Guerra Mundial, o del cristianismo  (Quaternity o Padre, hijo y espíritu santo). La historia, la mitología, la religión y la simbología alemana presentes en una obra que pretende que no caigan en la amnesia. Sus primeras obras fueron unas fotografías que causaron polémica porque se trataba de él mismo de espaldas a la cámara (algo de Friedrich) haciendo el saludo nazi. Más que una filiación era una ironía, una necesidad de desvelar, de partir de una verdad y analizarse y renovarse.  Y a partir de los noventa incluye a tres poetas en lengua alemana, Paul Celan, Ingeborg Bachman y Velimir Khlebnikov dedicándoles series de sus obras. Autores que tratan de utilizar la lengua en contra del olvido y la barbarie; una ironía cuando hay que emplear la lengua alemana para expresar ese pasado infame y parte del escepticismo de que el arte pudiera existir tras el holocausto como afirmó Adorno. Pero el tiempo pasa y el arte se vuelve necesario aunque parta desde la rabia del creador.




Más que una Ofelia.



Son obras muy referenciales y muy simbólicas pero que no quiere mostrarlas desde un púlpito, sino de tú a tú. De ahí la elección de una gran diversidad de materiales sobre todo naturales: plomo, paja, plantas, árboles, ceniza, barro, vidrio, etc. Un arte muy matérico, tanto, que necesita de un gran tamaño para cubrir lo enorme de la naturaleza, su poder. Son elementos orgánicos que representan la naturaleza alejándose en ese punto de su maestro Joseph Beyus cuyos objetos tenían una relación directa con él más que con la propia naturaleza.




"Toda trinidad tiene una sombra" Jung.




Lilith una vez más.





Estos materiales tan poco ortodoxos vinculan el arte con esa búsqueda de la verdad, de lo natural. Materiales cómplices con la realidad igual que sus temas son cómplices de la historia. Las inscripciones en sus obras son también algo constante en frases y nombres donde deja claro la referencia o el homenaje. Pero es una naturaleza manipulada, cansada, gris y ajada que podemos aplicar a sus obras. El gris y el polvo. Esa paleta monocroma en  gris simboliza esa necesidad de contar su historia pero sabiendo que ha quedado malherido todo, que el arte tal vez no pueda ser feliz. El mismo Anselm Kiefer comenta sobre el gris que «es un color o un no-color con el que yo me identifico. La verdad es siempre gris», vinculándose así a de nuevo otro alemán Bertolt Brecht: «Todos los colores me gustan mientras sean grises».  La bruma alemana del siglo XX.




Palm Sunday 2006.
 



Shevirat Ha-Kelim.





Una de sus instalaciones Palmsontag (2006) consiste en una palmera tumbada y a la que rodean  pinturas sobre el Domingo de Ramos: muerte y resurrección, la recreación que él mismo presenta.  Acercándose o alejándose, metafórica o directamente.  En Pieta (2007) ramas y pequeñas flores secas ocultan lo que parece más que un cuerpo, un símbolo religioso o mágico. En un gigante estante de legajos en vez de papel, de plomo y vidrio, otra instalación hace referencia ya en su título (Shevirat Ha-Kelim) a los judíos. Su dolor, persecución y censura: una biblioteca perdida en esos vidrios rotos por el suelo que han salido de su lugar para desaparecer. Una desaparecida biblioteca.






La Victoria de Samotracia.
En la serie Women of antiquity (2002), tal vez la más atractiva, clara y accesible de sus series, realiza una serie de esculturas femeninas sin cabeza y sin brazos. Sólo la representación de su vestuario, un vestuario repetido, pesado, recargado, casi inamovible, hecho de bronce pero con el aspecto delicado del blanco. Anselm Kiefer es como si recolocara el mito de la mujer partiendo de la Victoria de Samotracia, colocando en el lugar de la cabeza objetos que representan a una serie de mujeres a lo largo de la historia que osaron competir con el poder de los hombres y por eso terminaron demonizadas y destruidas: Lilith, Myrtis, Candidia, Hypatia, Circe, etc.






Hypatia.





Melancolia I. Durero.



Circe.




Circe está representada con una jaula donde dentro encontramos unos cerdos en terracota que son  la tripulación de La odisea de Homero. Circe era una diosa y hechicera que transformaba a sus enemigos en animales. Hypatia popularizada últimamente por la película de Alejandro Amenábar, Kiefer la representa con un cubo con las esquinas cortadas, el llamado cubo de la melancolía que Durero representó en un grabado rico en interpretaciones. Ese cubo señala la comprensión incompleta de los humanos. En el renacimiento la creatividad se asociaba a estados melancólicos y aquí está la frustración por no poder alcanzar la perfección, la sabiduría. El final trágico de Hypatia ligada a la biblioteca de Alejandría da cuenta de una mujer peligrosa por sus conocimientos y su sentido de la justicia. Myrtis se presenta con un libro abierto en la cabeza. Fue una poeta griega, otra osada por competir con hombres. Candidia una bruja romana que tejió víboras en su pelo revuelto se representa con una maraña por cabeza que la hace sangrar y mancha el vestido. Otras mujeres como Brunilda o Lilith aparecen en su obra en bastantes ocasiones sobre todo esta última que aparecía en la reciente inmersión del alemán en el mundo operístico con la obra Am Anfang.




El taller del artista.






El artista y la cineasta.




Su trabajo con esos elementos y las grandes dimensiones de sus obras hizo que buscara un lugar de trabajo de grandes dimensiones. También comentaba que necesitaba distanciar obras para que no hubiera contaminaciones. Tanto significado tienen. Ese lugar lo encontró en una antigua fábrica de seda llamada La Ribaute cerca de Aviñón. Hasta hace bien poco trabajó allí. Existe un documental que nos permite ver el espacio y el desarrollo de su trabajo que rodó Sophie Fiennes, uno de los muchos artistas de la familia Fiennes y que se presentó en el Festival de Cannes de 2010. Su título Over your cities grass will grow, de nuevo una referencia a Lilith y al dominio de la naturaleza.  La directora estuvo grabándole dos años antes de que abandonara el lugar para trasladarse a París. Aquí abajo os dejo el enlace directamente a uno de los clips donde se puede ver eso que hemos apuntado: la inmensidad de su obra y el material gris en esa serie de cuadros mayormente trípticos que convierte al artista en un obrero. En Winterwald o Fitzcarraldo ambos del 2010 por ejemplo,  el paisaje  de troncos negros aparece en un segundo nivel  pues antes hay tela y ramas secas. Dos historias que comparten la misma naturaleza yerma en un tríptico en continuidad, una continuidad no forzada porque todo es monocromo, todo se puede repetir al infinito. Es de las escasas ocasiones en que trabajo y resultado conviven en la intención, en la grandiosidad y en la fuerza. Una fuerza que al espectador le llega de inmediato, sumergido primero por la naturaleza de la obra y más tarde por su contenido.



Documental sobre Anselm Kiefer.




Winterwald.




Humbaba.



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