lunes, 19 de marzo de 2012

Guys and dolls: la vida es una apuesta.

Los chicos con las chicas tienen que estar.




Frank Loesser apareció ya por estos lares cuando revisitamos la canción Baby, It’s cold outside. En 1950 estrenó en Broadway Guys and dolls y cinco años más tarde Samuel Goldwyn la llevó a la gran pantalla. En ella unas canciones desaparecieron y otras se escribieron ex profeso para la película, pero las más interesantes aparecen en ambos lados.




Mankiewicz y Jean Simmons en un falso Times Square.






Jean Simmons embriagada.
Llegué a ella era por la curiosidad de que siendo un musical la dirigiera Joseph L. Mankiewicz. Fue su único musical y aquí dirige y escribe el guión como no podía ser menos viniendo de un guionista. También la aparición de Marlon Brando y Jean Simmons, actores nada musicales y muy dramáticos ellos desconcertaba y tal vez su aparición se debiera a la elección del mismo director. Ambos actores en la pantalla no fueron doblados en los números musicales. Son ellos los que cantan como no le pasó a Audrey Hepburn en My fair lady (George Cukor, 1964).





En el subsuelo de Manhattan vuelan los billetes.
Una película llena de artificio como no podía ser de otro modo, enmarcada circularmente por las calles de Broadway con toda su fauna llena de cines, tretas, ligoteos, engaños y hurtos, y de colorido, pues estamos en la Metro con su león rugiendo que el mismo Samuel Goldwyn aportaba a la fusión en 1924 que daría lugar a la Metro-Goldwyn-Mayer. La Metro era la reina de los musicales, sobre todo teniendo en cuenta el grueso de Vincente Minnelli y Stanley Donen, realmente bajo la batuta de Arthur Freed: Cantando bajo la lluvia, Un día en Nueva York, Un americano en París, Gigi. Añadiendo además Los caballeros las prefieren rubias, West side story, etc.









Guys and dolls se permite en un par de ocasiones ser espectacular en el sentido tradicional cuando vemos a Vivian Blaine en el escenario de su cabaret o en el comienzo y reunión de los jugadores en el subsuelo. Todas estas coreografías se deben al coreógrafo más famoso de Hollywood (junto con Bob Fosse), Michael Kidd, encargado de las coreografías tanto en Broadway como en la película. El resto de piezas musicales son tranquilas, basadas en la fuerza de la canción y en sus intérpretes sobre todo para sostener el equilibrio en la pareja de actores no musicales. Así la canción If I were a bell, la más sencilla de todas, es una pequeña muestra de cómo se puede mantener la atención con los gestos y detalles del actor y la puesta en escena. Esta escena donde se abre con las campanas tocando me llevó a otra película de Jean Simmons donde las campanas también se relacionaban con ella pero por otro motivo más dramático. Esa película, Narciso negro (Black Narcissus, Michael Powell & Emeric Pressburger, 1947) de atmósfera casi de ensueño es valiente y dura y allí aparecía Jean Simmons con diecisiete añitos.









Las otras dos canciones que más escucho sobre todo gracias al CD con la banda sonora que me trajo un amigo en una de esas en las que cruza el charco son Luck be a lady cantada por Marlon Brando, Guys and dolls con Frank Sinatra y Sit down, You’re rockin’ the boat con Stuby Kaye. Esta última tiene lugar en la misión «save a soul», el lugar donde Sarah Johnson (Jean Simmons) intenta redimir a los infieles, a los jugadores y que siempre anda vacío. Sky Masterson (Marlon Brando) que vive apostando consigue llenar la misión con todos los jugadores a través de una apuesta.




1.000 dólares si me dices el color de tu corbata.




El guión tiene buenos diálogos, inteligentes e irónicos que perfilan muy bien a los personajes y ahí está la diferencia con que la dirija Mankiewicz, guionista desde un principio y creador no lo olvidemos de Eva al desnudo (All about Eve, 1950). «Cuando era un crío, era malísimo. Pero he mejorado desde entonces, como demuestran mis antecedentes:  treinta y tres arrestos y ninguna condena» dice uno de los peces gordos en esto de las apuestas. Frank Sinatra interpreta a Nathan Detroit el que organiza las partidas de craps (tiradas de dos dados) mientras le persigue el detective Brannigan  y su eterna prometida a la que lleva posponiendo la boda catorce años. Sky Masterson (Marlon Brando) es el más grande de los jugadores cuya vida es una apuesta constante. Apostó 5.000 pavos a que una gota le ganaba a otra bajando por la ventana y rechazó la penicilina para apostar a que la fiebre le subiría a cuarenta. Ambos son guys, tipos duros y ellas son dolls, muñecas: «Una muñeca es una muñeca. Todas y cada una de ellas» dice Sky. Estamos en un mundo muy compartimentado, lleno de argot y donde los sexos están a años luz uno del otro. La historia gira en torno a esas relaciones entre los dos sexos, cuando este tipo de hombre-jugador va girando en su consideración a las chicas partiendo de que «todas son iguales…solo hay una clase, la sustituible».




Los cuatro en foto de promoción.





Así que se puede disfrutar entrando en ese juego de los cincuenta en la era McCarthy americana, en el terreno del musical de Hollywood, en falsear la realidad, en que todo se puede arreglar con una canción, en que todos visten con colores y son ágiles y rítmicos. Pero en el fondo es un musical en su construcción inteligente, con casi ningún cabo suelto, con todos los personajes muy bien definidos, un musical maduro lleno de canciones inolvidables. Como cierre y por no alejarnos mucho del perfil masculino de la película, terminamos con la interpretación de Guys and dolls por parte del Rat Pack: Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr. Palabras mayores.








No hay comentarios: