Albert Serra apunta largo. |
Leyendo Caimán
Cuadernos de cine en su número veraniego me encuentro con que Albert Serra está
rodando en Kassel para la 13ª edición de dOCUMENTA una curiosidad en la que
aparecen Hitler, Goethe y Fassbinder titulada Los tres cerditos. Inicialmente el proyecto es una película de 200
horas que se proyectará allí durante diez días ininterrumpidamente (incluyendo
las noches).
Más de cinco horas con John Giorno. |
Ocho horas para el Empire. |
Si el arte está para curiosear, no solo se curiosea en
los límites de un lienzo, hay que jugar con las normas, desaprender lo que nos han
enseñado. Y eso se hace interrogándose y poniéndolo en práctica aunque resulte
ridículo. La osadía y la curiosidad implican valentía. Habla Serra de lo
importante de la idea más que de la ejecución y nos lleva al Andy Warhol de Sleep (1963) y sobre todo al de Empire (1964), ocho horas de un mismo
plano del Empire State Building. Evidentemente el pasado mes de junio ambas
películas no se proyectaron en la programación que hizo la filmoteca a raíz de
un Photoespaña 2012 casi fantasma.
Lo que se dice un tocho. |
Si te dicen de ver una película de tres horas te lo
piensas, te quejas, pero si te dicen
doscientas, ya no están hablando en serio, ya no dudas, ya hablamos de otra
cosa. Hablamos de una idea más que de una ejecución como decíamos antes. En
todo caso lo que no sea satisfacción inmediata, tener paciencia, no llega al
común de los mortales. Eso bien lo sabían los censores en España. Antes de la censura total de Franco, con el
general Primo de Rivera a principio de siglo estaban excluidas de censura todas
las publicaciones que sobrepasaran las doscientas páginas. ¿Por qué? ¿Porque
esas obras el público no las iba a leer y quien tuviera el ánimo ya estaba de
por sí bastante intoxicado? ¿O es que pensaban en los censores, en que podrían
caer en el letargo más amargo? ¿Quién
sabe? Pero así fue.
Ingrid Bergman repasa los tiempos del beso con Alfred Hitchcock. |
¡Ay la duración! Muy importante en verdad. En el caso
contrario, ahí tenemos los besos del macarthismo de los años 50 en Hollywood. Estos
censores no guardaban celosos el precepto de Shakespeare «La brevedad es el
alma del ingenio» sino que estaban más interesados en que las almas no se
pervirtieran. Encadenados (1946) es
el caso más famoso de violentar la norma. Ya que no podían durar los besos más
de tres segundos va Hitchcock y lo hace más sensual todavía. En un primerísimo
primer plano, Cary Grant e Ingrid Bergman en el balcón se dan un gran beso o muchos
besos como se quiera ver, entre miradas y palabras. La promesa de un beso, el periodo
de tonteo, de espera, el deseo más que su realización nos genera más
alteraciones neuronales y más satisfacción y es muy erótico.
De todas formas, todo el mundo sabe que el tiempo es
relativo, no abusoluto, de ahí lo de más largo que un día sin pan. El día que
pasas sin pan no es más largo que cuando lo tienes dentro pero parece que sí,
sientes cómo se estira y lo que percibimos, sentimos es lo importante porque la
realidad ¿qué es? La realidad está para manipularla y jugar con ella. Hagamos
como lady Astor que tan jugosas citas, ciertas o no nos suministró, quien
declaró: «En adelante no pienso confesar más de 52 años aún a riesgo de
convertir a mis hijos en ilegítimos».
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