domingo, 30 de octubre de 2011

Jonas Mekas-José Luis Guerín



José Luis Guerín, Jonas Mekas, Miguel Marías.



Empieza el otoño con tantas cosas que hacer por Madrid y esta semana la cubrió José Luis Guerín y Jonas Mekas porque la Casa Encendida ha tenido en su terraza la proyección en bucle de las cartas cinematográficas entre Guerín y Mekas. Antes de verlas fui a una charla que iban a mantener los dos moderada por Miguel Marías. La charla en sí no tuvo lugar, era más bien una lucha dispar como luego descubrí en las cartas. Por un lado José Luis Guerín, calmo, tranquilo, suave al hablar, casi sibilino. Al verle allí me vino a la memoria lo que yo entendí como un affaire von Anne Biller por verle tantas veces comiendo y tan contento al lado de esta directora americana de películas con sexo setentero  tan especiales que ha sido una de las pocas veces que me he salido del cine (por Viva [2006]). El encuentro fue durante el Festival de Cine de Gijón del 2007. Guerín presentaba su díptico En la ciudad de Sylvia y Fotos en la ciudad de Sylvia y a Anne Biller se le dedicaba una retrospectiva. En ese festival no vi el díptico de Guerín, vi en los cines la primera que no terminé de encajar y me dijeron lo atractivo de la otra propuesta. Lo que sí recomiendo cuando veáis algún pase furtivo es que veáis Guest. Ayer justo (lo siento)  la pasaban en el Matadero, concretamente en la Cineteca, un espacio nuevo y necesario en Madrid en el que se van a proyectar películas de no-ficción; documentales.



El material de un cineasta invitado en un festival. Guest.



Guest es un documento en blanco y negro de los detalles, imágenes e ideas visuales que surgen al observar el recorrido de festival en festival de cine durante un año desde la perspectiva de un cineasta invitado. Y como eso es lo que es, lo que vive Guerín, en las cartas, lo vemos de nuevo. Y ambos trabajos comparten mucho, los realizó al tiempo tal y  como en una de sus cartas le explica a Jonas Mekas sobre qué es Guest. Guest sirve para poner en imágenes el contexto de un festival, más que los focos o artistas (Chantal Akerman, a la que José Luis Guerín admira tiene una aparición estelar y peliaguda con el tema israelí-palestino).  Lo que se muestra en verdad es la vida que gira alrededor en la ciudad en la que va a parar, como si le sirviera de terapia ante cierta falsedad o al menos horarios, hablar y volver a hablar de lo mismo y de uno mismo en los festivales. Coge la cámara y callejea y capta expresiones de la gente de la calle.



Jonas Mekas se presenta.
Regresando al encuentro «encendido» tras esta digresión, Jonas Mekas en contraste con Guerín, se presentaba tenso, rabioso, alerta, un poco déspota pero justificable. Su voz, fuerte, rotunda, a golpes, como recitando a Shakespeare (Jonas Mekas también escribe poesía), respondía lo que le daba la gana porque tiene años encima para poder torear a todos. Interrumpía cuando no le gustaba algo porque no quería reflexiones sino frases inconexas. Y él las entregaba; citas, reflexiones, recuerdos… pero verle era por curiosidad, para escucharle están sus textos. Nunca sabes dónde meterte en esos momentos incómodos en el que algún ego subido medio pedante (siempre desde mi perspectiva claro) se obstina en preguntar cosas más allá de toda respuesta particular, que tienen como respuesta una ignorancia total hacia el que pregunta y hacer pasar a la siguiente pregunta. En esos momentos eres como una pelota de ping-pong yendo de un lado a otro como te ocurre en las películas de Asghar Farhadi, que por cierto las recomiendo, donde empiezas empatizando con algún personaje para al cabo de un rato empatizar con el contrario. Ahora mismo está en cartelera Nader y Simin, una separación. Podéis ir a verla. Y volviendo a Jonas, en el fondo un superviviente nato de los que a pesar de los pesares se quedan con los buenos recuerdos y la energía por descubrir cosas nuevas y sorprenderse por ello.



Jonas Mekas delante del Anthology Films Archive.
A modo de presentación, Jonas Mekas, cineasta  experimental de origen lituano es un hombre que ha salvado muchas películas underground, que las dio a conocer, que les dio cobijo y las preservó con el Anthology Films Archives. Dando a entender que el cine, la memoria fílmica de un país es tan importante como las obras de un museo.  No le gusta el término crítico de cine sin más bien el de propagandista en el sentido de propagador. Y las cartas que se exhibieron en la Casa Encendida son como una extensión de la obra por la que es más conocido que son sus películas-diario.







Su caso extremo es el proyecto que hizo en 2007, 365 Day Project pues realizó cada día del año un cortometraje que colgaba en internet.  Mi interés en las cartas viene porque me interesa cualquier expresión artística revelada directamente de la vida del artista sin cortapisas ficcionales. En realidad, el juego metafórico y creativo del yo. Y en las cartas, Guerín indicó cosas también apuntadas en la conferencia, como la inexistencia ahora de colectivos de cineastas como los de la underground neoyorquina de Mekas. Que salvo en determinados lugares el cineasta permanece aislado o destacar la figura de Mekas (junto con la de Cocteau) como dignificador de su precariedad como cineasta. Y también en ambas comenta  las restricciones que se autoimpone para hacerse sentir como un artesano que tiene que dominar una técnica que aún se le revela.



Guerín lleno de referencias.



Guerín persigue el Walden de Mekas.
Evidentemente hay una diferencia en edad (Mekas nació en 1922, Guerín en 1960), experiencia, espacios y trayectoria en ambos. José Luis Guerín eligió a Jonas Mekas para cartearse en este proyecto en el que también participaron las parejas Víctor Erice/Abbas Kiarostami, Isaki Lacuesta/Naomi Kawase, Jaime Rosales/Wang Bing, Albert Serra/Lisandro Alonso, Fernando Eimbcke y Son Yong Kim. La correspondencia entre José Luis Guerín y Jonas Mekas, dos cartas de Mekas y tres del español, empezaron en noviembre del 2009 y acaban año y medio más tarde. Guerín como discípulo y admirador sigue más a Jonas Mekas que al contrario. Hay una especie de seguir, de comentario a la anterior carta que en Mekas es menos acusado. Cuando en una carta de Mekas, éste en su casa va a la sala de montaje que es como un almacén donde no hay muebles porque el contenido de los muebles los sobrepasan  y manipula una moviola artesanal, fotograma a fotograma, casi tangible, Guerín le responde en su carta posterior mostrando su mesa de edición, organizada, clara, con dos pantallas enormes; tecnología actual. Más tarde Mekas toca la trompeta en el metro y Guerín bajará también al metro buscando esa música y la encuentra en una mujer que se pone a cantar y que cuenta que allí, en ese lugar siempre tiene que haber alguien que genere música. Mekas visita un cementerio en Cracovia y Guerín reacciona mostrando en Venecia el primer gueto de occidente del siglo XV. Mekas sigue el recorrido de una paloma intentando comerse un trozo de pan a lo que Guerín responde captando la imagen de un par de hormigas que intentan subir su correspondiente comida en la tumba de Ozu en Japón tras el desastre del terremoto submarino y la alerta nuclear.



Guerín reflejado en un ojo.



A Mekas no le importa dejar ver su rostro.



A nivel de diferencias tangibles, Guerín firma y saluda en letra impresa, Mekas saluda y firma con signatura. Guerín graba en blanco y negro, Mekas en color. Guerín aspira al encuadre adecuado, perfecto y Mekas mueve la cámara buscando, graba lo que su instinto le dice, confía en su instinto. De Guerín solo vemos su sombra o su reflejo en cristales u ojos que le miran. Quiere descubrirse como descubre el cine. Mekas se graba a sí mismo primerísimos primeros planos, le graban a él en algún momento o incluso se  detiene en su propio rostro treinta años atrás en su moviola. Guerín se escuda en cosas que hace, Mekas en las que vive. En la primera carta de Guerín vemos escrita a lápiz en un cuaderno la palabra flâneur que va a ser como la carta de presentación de su recorrido en las cartas y en Guest. Un viajero sin plan que contempla y reflexiona y deja que le sorprendan y espera reaccionar ante la vida tal cual cita a Mekas. En Guerín vemos un cineasta empapado de cine. Nos enseña el lugar en París donde se exhibió por primera vez una película, relaciona la edad de los edificios con la historia del cine, con la sombra de su mano nos recrea el Nosferatu de Murnau, juega con el paisaje que se encuentra haciendo cine mismo  como cuando unas barras de una barandilla en movimiento hace recordar el paso de los fotogramas  o cuando termina lo que resulta ser una escena cómica cuando una ardilla se introduce en el tronco de un árbol. Cinematográfico pero como sucede en Guest abriéndose al contexto de ahí la referencia al momento que vive Japón o la historia e imágenes de la crítica eslovena Nika Bohinc asesinada un año después de conocerla en el Festival de Cine de Venezia.


El gato de Mekas.


De Mekas vemos la vida en sí, el desorden, el caos de alguien que quiere que le sorprendan y conscientemente no tiene un plan previsto. Así vemos imágenes mientras bebe, come, escucha cantar en las calles, prepara un regalo para una mujer emocionado y muy emocionado, ingenuo, alegre como cuando asomándose a su ventana en Brooklyn se alegra con la llegada de la primavera y declara que observa el árbol más feliz desde su ventana. Entre estos contrastes una se emociona por descubrir ciertas miradas y se introduce dentro y se pierde a veces más emocionalmente, a veces más mentalmente. Hasta el punto de alegrarse de sentir tras ver en las imágenes al gato de Mekas que cuando durante la proyección y a causa del viento las cortinas se mueven, se tiene  la sensación de que aparece un gato, que el gato ha movido las cortinas y me alegra que si no sucede descubrir  haber sentido esa sugestión.

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