Gainsbourg visto por la artista Leticia Gómez Aguado. |
He
aquí un recorrido femenino que no parece tener fin: Juliette, Petula,
Catherine, Jane, Anna, Brigitte, Vanessa, France… Todas ellas muchachas
carnales que integraron las palabras que les espetaba Serge y algunas
recibieron la seducción por la palabra de un hombre excesivo en rasgos.
Retrato completo. |
Porque
sus rasgos eran realmente excesivos. Todos, hasta el último incorporado: el
cigarrillo Gitanes. Esos ojos que quieren mirarlo todo antes que nadie
recuerdan a los de Picasso y Cortázar; la gran nariz inevitablemente judía y
unas orejas que él mismo definió como orejas de coliflor en la canción Premiers symptomes, configuran un rostro
mítico. Era la boca su rasgo menos sobresaliente visto lo precedente. Lo de
Charlotte viene más bien de la madre y el copyright
de la boca en francés se lo quedó Jacques Brel. Y Serge para compensar esa boca
anclada, se puso a ser bocazas, a provocar y ante todo a seducir.
Y se enamoró de la escultura de Claude Lalanne. |
No
le bastaba con las mujeres que podía tocar y se puso a componer ideales
femeninos. Todo un álbum era necesario para cada una: para contar sus bailes,
sus vicios y sus risas. Así Melody y Marilou tuvieron su espacio para su propia
historia con Histoire de Melody Nelson y
L’homme à tête de chou. Historias
inventadas pero muy vívidas. Entre 1971 y 1976 cuando sacó esos dos álbumes la
provocación floreció. En Melody todo es más suave, metafórico y figurado. Serge
la encuentra en un accidente donde averigua que es pelirroja natural y muere en
un accidente de avión. Pero al llegar a Marilou todo se despeña: braguetas,
espermatozoides, pequeño orificio, vomitar, pubis, sexo, y la escena donde ella
tenía «L'un a son trou d'obus, l'autre a son trou de valle» y lo dejamos así
en francés que queda más velado. Marilou muere asesinada a manos de «Serge»
con un extintor y por celos. Con Marilou, visto lo visto, Serge hacía honor
definitivo a su adhesión vianesca.
Boris Vian y su "guitarra". |
La
figura de Boris Vian justificaba ampliamente su comportamiento. Había sido el
pionero y su maestro en tales lides osadas y libertinas con la palabra. El
cancionero del siglo XX francés tiene en ambos la voz alterada y alteradora
necesaria. Pero toda revuelta conlleva un choque con lo establecido: las
censuras que recibieron Escupiré sobre
vuestra tumba y Je t’aime…moi non
plus es algo que les aúna.
La
voz áspera de Serge Gainsbourg, que no anda a remolque de la melodía sino que
es su guía, no es la de los cantantes sino la de los que andan más cerca del
pensamiento. Por eso le aíslo a él, aíslo su imagen, me quedo con sus
composiciones y vuelvo a esas chicas del principio. Mezclando ese algo naif que
tienen ellas con las ideas y ocurrencias de él, nos queda una brillante
picardía donde la parada obligatoria final será y es escuchar Sous le soleil exactement de manos de
Anna Karina.
[Texto
publicado originalmente en el número 12 de Obituario] http://obituariomag.blogspot.com.es/
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