Aquí los zapatos, luego viajamos. |
En este recorrido futuro no hay fotos de pies sobre
distintas piedras sino huellas de color inventadas, proyectadas, soñadas. Ahora
lo que toca como Dorita es golpear los zapatos para pedirle al mago que me
lleve al lugar donde quiera ir. Y el querer se puede ampliar, modificar e
incluso sorprenderse a sí mismo. Por eso estas ciudades proyectadas van
entrecomilladas para no forzar nada, para que todo venga suave.
Huellas proyectadas. |
Habrá que partir de un genérico a modo de titular. Y
entre otras, escojo una canción de José Alfredo Jiménez cubriendo al tiempo el
espacio mexicano que algún día pisaré. Aquí es Nacho Vegas el que entona «estuve
a punto de cambiar tu mundo por el mundo mío», ese gran aviso para evitar que
nos pongamos anteojeras.
Ya que el cuerpo de Nacho Vegas se llenó de frío
imaginémonos que damos el primer salto a Moscú. En la siguiente canción no se
nombra a esta ciudad pero con la música, el título y la tremenda escenografía
del vídeo, creo que podemos estar perfectamente delante del Kremlin. Si os
fijáis bien los tres muchachotes son Jean Yanne, Sacha Distel y Serge
Gainsbourg.
Una bahía; la de San Francisco. Una canción relacionada
con una indecisión sin tener la culpa la misma canción sino los contextos. Esta
ciudad tocará, me tocará. Bullitt
(Peter Yates, 1968), Vértigo (Alfred
Hitchcock, 1958) y ¿Qué me pasa doctor? (What’s up Doc?, Peter Bogdanovich, 1972)
en gran parte tienen la culpa.
Dentro de la misma nación me traslado a Georgia. Esta
canción es una de las que más me gustan de una cantante que murió demasiado
joven. Con ella tengo una conexión muy personal en el año 2002. Una voz y una
canción dulce y melancólica que escucho una y otra vez con las mismas palabras
con las que la presenta en el video cuando voy por las calles.
Para no cansarnos mucho y para que suene Rufus, (dejémosle
que cante una vez más) no salimos de los EE.UU. Tulsa es esa ciudad petrolera
de Oklahoma. ¿Por qué no conocerla y conocer
ese otro lado americano?
Para definitivamente revolcarme en EEUU voy a seguir el
camino vital marcado por Frank Sinatra en una canción muy especial para mí. Un
hombre errante (¡¡erratticus man!!)
que no encontró hogar pero es feliz
porque alguna vez en su camino el amor lo trató bien, en Denver y en Portland.
Ahora una canción que representa todos esos destinos
que llegarán por sorpresa. Una canción metafórica para viajar metafóricamente
sobre todo porque en barco me mareo. El barco es el objetivo, el sueño, el
objeto de deseo. La música la compuso el gran Kurt Weill en 1941 para el
musical Lady in the dark y la letra
es de Ira Gershwin. Canción de calidad no lo negarán ustedes y más cantada por
tremenda mujer, Sarah Vaughan.
Vuelvo a España
y Oviedo es otra ciudad que no he visto, que tengo pendiente sobre todo desde
que leí y me deslumbró La Regenta.
Quisiera de alguna manera revisitar esa Vetusta y eso a pesar de que su
catedral desilusione tanto a Tulsa.
Muchas quedaron
en el tintero por esto de no controlar la informática, por falta de espacio o
de inventiva: Seattle a través de Frasier,
Salzburg por el musical Bells are ringing,
Montreal con Ariane Moffat, la Cartagena colombiana con Los tres sudamericanos,
La Habana por Ana Belén o la legendaria Camelot con la voz de Richard Burton.
En fin, no soy muy exigente solo «quiero que vengas conmigo a cualquier
otra parte».
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