Una grande de la canción francesa. |
Es curioso cómo unas personas te resultan atractivas,
te recreas viéndolas y te seducen de alguna manera. A mí me pasa con Barbara.
Fue una cantante francesa fallecida en 1997. Su pelo moreno y corto, su nariz,
sus ojos siempre marcados en negro me llevan a un carácter fuerte pero también
me parece ver en el fondo la candidez de
Audrey Hepburn. Parece una boutade,
pero así me viene.
Barbara, mujer dual. |
Ella se aceptó con el público. Cantar le dio seguridad,
se creyó guapa gracias a la música, aunque lo era sin saberlo. Declaró en una
ocasión que si no hubiera cantado, habría sido monja o puta. Creo que la primera canción de Barbara que
escuché fue L’aigle noir pero la
conocí a través de la versión de Marie Laforet. Así se justifican los homenajes
que amplifican el arte. Esta canción la compuso en 1970 y según contó en su
biografía que dejó inconclusa y apareció después de su muerte, L’aigle noir habla metafóricamente del
incesto que cometió su padre con ella.
Antes había compuesto otra canción sobre la figura
paterna. Su recorrido vital desde que
nació fue: Paris – Marsella – Rouen – Paris, para con la guerra llegar a Tarbes
y al incesto de los diez a los quince años hasta que el padre huyó. Esa canción
que hemos comentado antes se llama Nantes
y habla de la muerte de éste diez años después de huir y ese su «no-reencuentro»
con él.
Barbara sólo componía canciones para ella misma, más
allá de porque no se sentía escritora porque su vida misma era su inspiración: «Para
escribir tengo que vivir». Esa dualidad que al principio dije que me provocaba
su imagen la ejemplifica en varias canciones sobre todo en la que más me gusta
de Barbara, Dis, quand reviendras-tu?
Aquí le dice al compañero que se fue como otras veces ya hizo: «No
soy de las que mueren de tristeza. No tengo la virtud de la mujer del marinero.
Dime, ¿cuándo volverás?» (« Je ne suis pas de
celles qui meurent de chagrin. Je n'ai pas la vertu des femmes de marins. Dis, quand reviendras-tu?»). Se trata de una canción
de 1962.
Martha Wainwright la interpretó en su álbum debut de
2005. Me encanta esta versión pues el timbre de la voz de Martha cuadra
perfectamente con la letra y la música. Otra versión menos atractiva para mí
pero más particular es la que hizo Benjamin Biolay con Daphné. Aquí os las
dejo, la primera con el añadido de contemplar el primer plano de Anna Karina en
Vivre sa vie, imperdible película de
Godard.
Barbara (con el acento en la última sílaba como toda
palabra en francés) empezó a cantar en Bruselas como cantante de cabaret y
antes de lanzarse a escribir cantaba canciones de Georges Brassens y sobre todo de Jacques Brel con el que coincidiría en varias ocasiones y en su etapa de actriz, pues actuó junto al mismo Brel en la
primera película de las dos que este dirigió llamada Franz (1971). Del carácter curioso de Barbara habló Brel, otro de
la misma tesitura: «Barbara es una buena chica. Está chalada, pero es una
locura sana. Estoy un tanto enamorado desde hace tiempo». Es verdad que tenía
sus manías pero que formaban parte de su trabajo como que el taburete debía
estar a 62 centímetros de altura y el piano estar afinado en 442 que es una
subida de tono con respecto al habitual. Pero Brel también tenía manía a los
pianos desafinados. Se dice que en un concierto, el piano sonaba tan mal que
orinó en él tras el espectáculo.
La fuerza de una voz. |
A Barbara sólo le gustaba hablar en el escenario, se
desinhibía en él pero no en las entrevistas, resultando a veces muy huidiza y
seca. Georges Moustaki
decía de ella: «Tiene un temperamento que me asusta y me
es extraño y que hace que me inhiba un poco. Tiene un temperamento muy distinto
al mío. Es una mujer eslava y yo soy mediterráneo». El encuentro con el joven
Moustaki fue fructífero y más sereno a pesar de la declaración. Moustaki
escribió la letra de una canción que hablaba de ella, Barbara compuso la música y juntos crearon La dame brune. De nuevo os dejo la
original y otra reciente con Dominique A.
El camino del éxito se vio en un detalle espacial.
Triunfó primero en el Bobino, el teatro de la rive gauche, donde apareció Josephine Baker, para después hacerlo en el teatro
representativo de la rive droite, el
Olympia, que tanto le debe a Édith Piaf. Aquí anunció su retirada aunque
realmente su último concierto fue en 1994. Su relación con el teatro, la danza
y la música, su pasión, su piano, sus manos, un intento de suicidio…todo en una
vida. Aunque de vida bastante dramática, esta mujer de negro renacía de sus
propias cenizas. En una de sus canciones más representativas, Ma plus belle histoire d’amour decía: «He
vertido mis lágrimas pero me salvaron» («J'ai
pleuré mes larmes, mais qu'il me fut doux»).
Como coda final, un regalo para observarla mientras nos
cuenta una historia, mirar cómo evita la mirada y después mira de frente en una canción, para
después de cualquier guerra, antes de la siguiente.
3 comentarios:
Barbara la sublime !
Marie laforêt n'a jamais chanté L'Aigle Noir !
Maria del Mar Bonet l'a adapté en catalan !
Bárbara es una de las más grandes de la canción francesa. Soy admirador rendido de su música, de su maravillosa voz. Ahora han hecho un film sobre su vida y depardieu hace una gira cantando o tarareando sus canciones, pero qué manera de homenajearla, una maravilla. Gracias 0or tu blog
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