La vida como un juego de niños. |
Para empezar no hay nada más sugerente que un curioso título y aquí lo
tenemos. Con él mismo empieza también la novela y encontramos aclarado
enseguida el enigma de la frase. Un buen comienzo para la autora, una joven
profesora británica, Annabel Pitcher que con solo 28 años ha publicado su
primera novela que en España ha publicado Siruela en su colección Nuevos tiempos.
Cuenta la autora que la novela surgió a partir de las notas que tomó
durante un año sabático viajando, sobre todo cuando lo hacía por Ecuador. Tiene
la historia un anclaje real, los atentados que ocurrieron en Londres en el verano
del 2005. Aunque aquí se cambian algunos detalles como el mes o los lugares de
colocación de las bombas, Annabel Pitcher hace referencias a ellos porque con
él hay un cambio en la vida del protagonista. Pero es un punto de partida que
aparece a mitad de la novela, a modo de
aclaración, sin ningún tipo de maniqueo sentimentalismo. En realidad el foco
del drama empieza cinco años después cuando el protagonista acusa los grandes
cambios de su vida. El traslado de una gran ciudad, Londres, a otra más
pequeña, Ambleside, al norte de Gran Bretaña, de una familia grande a otra más
pequeña, de ruidos a silencio; todas las circunstancias obligan a Jamie a
aprender del dolor en unos meses más que en los cinco años anteriores. Porque
de eso se trata, de cómo aceptar el dolor de cada uno, de comprender los
diferentes ritmos vitales de cada uno, de saber mirar alrededor y aunque todo
se derrumbe ver que siempre hay anclajes a los que sujetarnos. Nos pueden
enseñar lo que hay que hacer e indicar lo que hay que decir pero en el fondo
nadie nos obliga a cómo sentirnos y cuál es el momento adecuado para hacerlo y
ese es el descubrimiento que hacemos con él.
La joven escritora. |
El mismo título de la novela nos desvela que esta historia va a ser
contada en primera persona, la de un niño de diez años. No hay narrador
externo, omnisciente. Jamie, el protagonista cuenta su historia desde el ojo
del huracán. Y el huracán dura unos meses puesto que el niño lleva la cuenta de
los días desde el momento en que su familia se desmembró.
La historia no es nada novedosa, no haremos grandes descubrimientos; la
adaptación de un niño a una nueva situación familiar, escolar y de amistad es
algo que nos han contado miles de veces en películas, novelas y cuentos pero admitido esto hay que dejarse llevar por
la sinceridad de la palabra del protagonista, al que le gusta chupar los
sobres, que juega a adivinar qué anuncian en la tele y al que le gusta
Spiderman. Tenemos delante a un niño casi tangible.
Cosas de niños. |
La autora se difumina en su relato, notas verdadera autenticidad, no hay
reflexión que valga sobre lo dura que es la vida; es un descubrir en directo,
de ahí que no haya divagaciones, que predominen las frases cortas, acciones
directas, emociones directas, no mascadas. Y si entras en ese juego, si de
verdad entras en la novela sin prejuicios, la emoción entra de lleno.
Superhéroes, un perro amigo fiel, niños malos en el colegio, redacciones
de Navidad, golosinas pero también alcohol, abandono, frustraciones y la
muerte. Es dura la circunstancia que vive Jamie pero él mismo sin saberlo pasa de
la ilusión pura y dura a la aceptación de la realidad con esas lágrimas
purificadoras que todos le indicaban que debía sacar y lo hace cuando las
siente. Novela para eliminar prejuicios, para ver por los ojos limpios de la
infancia como cuando los ojos de Jamie en vez de ver un hiyab en la cabeza de su amiga Sunya, ve la capa de una
superheroína.
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