Chico conoce a chica. |
Hubo un tiempo de comedias reconfortantes,
inteligentes, entretenidas, ingenuas obligatoriamente, mordaces veladamente y
sobre todo llena de diálogos certeros, simplemente muy buenos. Ese tiempo era y
es el de Enst Lubitsch. Cuando fui descubriendo una película tras otra me di cuenta de que allí
había oro y no podía parar. El bazar de
las sorpresas la descubrí, creo recordar, casi al mismo tiempo que su película
anterior y posterior. Lubitsch acababa de terminar Ninotchka (1939) con Greta Garbo (el guiño a Ana Karenina es un
guiño a Greta Garbo) y la posterior sería Lo
que piensan las mujeres (That
uncertain feeling, 1941) ambas imperdibles.
Lubitsch al cuadrado y su puro. |
The
shop around the corner tiene un remake de la era Meg Ryan
que dirigió la recientemente fallecida Nora Ephron con el nombre de Tienes un e-mail (You’ve got mail, 1998). Más allá de eso la concisión y claridad de la
película de Lubitsch aquí desaparecieron. Entre otras cosas. La película de
Lubitsch es imposiblemente aburrida y es incansable de ver una y otra vez.
Felix Bressart y James Stewart. |
Desarrollada casi en su totalidad en un único
escenario, la película se enmarca en Budapest, Hungría y se terminó en solo
veintisiete días. Presenta un pequeño microcosmos en el que cada personaje
tiene su historia atrás que conocemos pero que no vemos. Es una historia muy
compacta, con mucha cohesión y concisión. Tanto el guionista Samsom Raphaelson
como el mismo Lubitsch que realizaron juntos nueve películas trabajaron en una
tienda. El mundo ante el mostrador y detrás de él, las relaciones entre los
trabajadores, los cotilleos, los murmullos, las confianzas, el miedo a perder el
trabajo, los enfados del jefe; todo eso y más. Ese perfil humano es destacable
en su cine sobre todo los de la última década. En un libro estupendo, Ernst Lubitsch. Risas en el paraíso, el
autor Scott Eyman comenta a raíz de esta
película: «A partir de ahora haría películas sobre la gente que conocía y el
hombre que era. La misteriosa química de la edad le fue haciendo menos alemán y
más judío; buscaría más allá de la historia, la trascendería, y con ello
empezaría a captar el suave pero perceptible aletazo de la vida misma».
El sombrero de Ninotchka. |
El retrato de Lo que piensan las mujeres. |
Una cajita de música aquí, un sombrero en Ninotchka, un retrato en Lo que piensan las mujeres: siempre
algún objeto en juego y una situación repetida tres veces no más como la huída
de Pirovitch ante las preguntas de su jefe o la escena de Hamlet en Ninotchka. Son numerosas la cantidad de
ideas visuales y de diálogos ingeniosos que nos podemos encontrar en toda la
filmografía de Ernst Lubitsch.
Aquí un curioso tráiler de los de antes. De esos en los que se dirigían al espectador. Frank
Morgan, que hace del jefe Hugo Matuschek, inevitablemente unido en mi memoria a
El mago de Oz, presenta a los actores
y aparece por allí con su puro el mismo Erns Lubitsch.
Momento del rodaje. |
Buenas intenciones, reconocimientos y castigos
adecuados al talante de cada uno y finales felices. Época navideña e historia
de amor. Conociendo de antemano que es ese tipo de películas y sobrepasándolo, lo
interesante está en las relaciones, en la estructura, en los diálogos. Y de
nuevo las famosas puertas de Lubitsch tras las que hay tanto contenido sin ser
visibles, sin ser evidentes. Así lo veía Billy Wilder con el que aprendió tanto
y que hizo con él el guión de Ninotchka:
«Lubitsch podía conseguir más con una puerta cerrada que la mayoría de los
directores con una bragueta abierta».
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