lunes, 9 de enero de 2012

Inge Morath juega con máscaras.



Fragile and poised by turn: foto mítica de Marilyn vista por Eve Arnold.


El pasado 4 de enero salía la noticia de que Eve Arnold con 99 años había fallecido. Era una fotoperiodista que desde 1951 pertenecía a la agencia Magnum. De hecho fue la primera mujer en esta agencia fundada cuatro años atrás por varios fotógrafos entre los que se encontraban Cartier-Bresson y Robert Capa. La noticia, en España introducida en internet, algunos diarios la trataban trasladando sencillamente la noticia tal como llegaba de Nueva York y otros intentaban ser particulares y se equivocaban. La mayoría colocaban una fotografía muy bonita que yo conocía refiriéndose a Inge Morath pero nada, The New York Times viene como que refleja a Eve Arnold y la tomamos como la voz verdadera.



Mirada de Cartier-Bresson a Vidas rebeldes.



Mirada de Inge Morath a Vidas rebeldes.



En El país se señalaba sobre todo, incluyendo el titular, el trabajo que hizo retratando en Vidas rebeldes (The Misfits, John Huston, 1960) a Marilyn Monroe. Un obituario tiene que estar llenos de halagos, de cosas incomparables, de cimas únicas y sobre todo destacar algo que llegue a la mayor cantidad de gente pero aquí me parecía demasiado sesgado pues en esa película el único que tenía exclusividad era la misma agencia Magnum y fueron nueve los fotógrafos de la agencia que visitaron las localizaciones. Y sí, la relación con Marilyn perduró pero al plató de la película de John Huston uno de los primeros en llegar fue Cartier-Bresson seguido de Inge Morath que ya había trabajado con John Huston. Lo hizo por primera vez en Moulin Rouge (1952).




Inge se retrata.




Inge sigue retratándose.




Inge Morath nacida en Austria retrató a muchos famosos pues la agencia Magnum en la que ingresó en 1955 cubría muchas películas pero también era una curiosa antropóloga. Retrató muchas culturas empapándose de ella no solo estando allí sino también leyendo y conociendo a gente del lugar y artistas autóctonos. Todo esto teniendo en cuenta que hablaba nueve idiomas. En 1954 hizo una serie de los Sanfermines que compró hace más de diez años el ayuntamiento de Pamplona y tres años antes de morir realizó su visión particular del Camino de Santiago. Una curiosidad cultural que compartía con su segundo marido Arthur Miller que conoció durante el rodaje de Vidas rebeldes cuando este tenía la doble función de guionista y marido de la estrella Marilyn Monroe. Tremenda película con tanto mito junto: Huston, Miller, Gable, Clift, Monroe, Cartier-Bresson…




Un puñado de mitos.




Un triángulo: Marilyn, Arthur e Inge (su mirada).



Todo esto para llegar a Inge Morath pues hace mucho tiempo que me acompaña. Junto con mi apego a esos nombres germánicos de mujer, breves y duros: Ute (Lemper), Lotte (Lenya), Inge (Morath)… Esa fotografía donde una mujer que lleva un abrigo y una máscara posa tranquilamente incluso soberbiamente es una máscara que habitualmente me pongo. Yo no la tomé como ocultación sino por lo contrario, como una fotografía que dice que seas lo que seas y hagas lo que hagas mires de frente. Es una fotografía de confianza y que me ofrece confianza. Y que una hace propia. No eres tú, no es ella o tal vez sí. Y ese abrigo cada vez que lo descubro en una fotografía es como si me permitieran vivir de alguna forma lo que vivieron esos artistas (y hablo de la pareja).


Inge, Ana, etc.



Arthur e Inge en la nieve.




La fotografía de la máscara y el abrigo pertenece a una serie que  realizó la austríaca Inge Morath y las máscaras que aparecen sobre los rostros los realizó el caricaturista e ilustrador Saul Steinberg, uno de los más importantes y sorprendentes en The New Yorker. Y comenzaron a realizarlas por una curiosidad en 1958.



Saul Steinberg el mes de mi nacimiento.



Inge Morath fue a conocerle y Saul le abrió la puerta con una máscara de papel. A partir de ahí, invitaron a amigos y a personajes de la cultura a posar con una serie de máscaras. Esta serie se extendería a los años 60 hasta una exposición en 1967 que titularon La masque. Lo que me gusta de la fotógrafa en esta serie y en alguna más es encontrar cierto elemento surrealista que la hace tremendamente moderna. Ese juego inocente donde tipos y prototipos se muestran irónicamente encubiertos como unos bichos raros en su único contexto, en el interior de sus casas, de su mundo y que si salen al exterior se las quitan para convertirse en otras máscaras. Es un juego aparentemente de distancias pero irónicamente caluroso, acogedor. Porque las máscaras muestran más desde su sencillez, desde su impostura. Una impostura que la aparenta superficialmente con las construcciones sobre su propio cuerpo de Cindy Sherman, salvo que al contrario que esta última, las fotografías de Inge Morath no son agresivas, son relajadas, no son invasivas, son conciliadoras. Ella confesaba preferir mostrar las consecuencias que las acciones en sí. Hablaba de mostrar una guerra pero lo podemos trasponer a la guerra del día a día.



La sonrisa nerviosa guarda las formas.



El intelectual del grupo.



Pensadora y menina.



Un Closeau preparado para salir.



La voz humana hecho clown.



Ellos también se emparejan.



A veces hacen tríos.



Y celebran reuniones...



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