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Mujeres como espectadoras. |
Ser o estar activo siempre comporta un riesgo en la
vida y en lo que vemos. Parece ser que el que calla tiene la razón y el que
activa es el que toma el riesgo de ser pesado, de errar en su opinión y de ser
criticado. Esta reflexión surge al aglutinar comentarios de algunas películas
que han aparecido estos últimos años: Copia
certificada (Copie conforme,
Abbas Kiarostami, 2010), Blue Valentine
(Derek Cianfrance, 2010) y Antes del
anochecer (Before midnight,
Richard Linklater, 2013). Historias de parejas en decadencia. Decadencia
provocada desde la razón interior, no por motivo exterior. En estas películas la
mujer es la activa, la que dice, la que pide, la que desestabiliza, la que pone
peros, la que quiere mejorar o cambiar. El estatus está ahí y no lo altera el
hombre. Son ellas las que quieren cambiar, las que se preguntan, las que se
quejan, las que echan la mirada atrás, las que comparan, las que quieren más. Y
eso puede provocar reacciones contrarias en el espectador. Y el espectador es
hombre y es mujer. La verdad es que no he hablado sobre la reacción de estas
películas que he citado con hombres pero realmente, no importa. Me interesa la
reacción ante los personajes femeninos de las mujeres puesto que somos nosotras
las que somos representadas, las que podemos identificarnos, podemos
enrabietarnos o podemos negarnos en rotundidad. Un detalle donde sí entran en consideración
los hombres es que en todas, los directores son ellos.
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¿Protección? El hombre, detrás. |
Tal vez sea por eso por lo que nos dan la palabra. La
culpa, la ley de la compensación les hace darnos el personaje de la pura
actividad y desestabilización y lo digo en positivo. Ese es mi punto de vista.
Su intención al final no es ser equitativos, sino inconscientemente partidarios
de la mujer por pura ley de la compensación histórica. Pero ese es mi punto de
vista, repito. En realidad me sorprendió al hablar con unas amigas que ellas distaban
de lo que yo pensaba. Ellas criticaban por pesadas, por histéricas, por
desestabilizadoras de la felicidad a esas protagonistas femeninas. Ellos son
las víctimas, los pobrecitos que queriéndolas como las quieren no tienen la
culpa de lo que se les viene encima, me venían a decir. Incluso alguna incidió
en esa sensación al hablarme de la obra de teatro A cielo abierto que este año se representó en el Teatro Español con
Nathalie Poza y José María Pou. Yo no la vi, pero tal vez esa sensación de mi
amiga tiene algo que ver con la nueva versión que estos meses se representa en
España de El diario de Adán y Eva de
Mark Twain. Yo vi la famosa representación que pusieron en pie Miguel Ángel
Solá y Blanca Oteyza y ahora leo que Ana Millán y Fernando Guillén Cuervo la
vuelven a llevar a los escenarios con la actualización temporal más allá de su
título Hoy: el diario de Adán y Eva.
Leo en una entrevista de boca de Ana Millán: «Hemos nivelado la descompensación
que existía en la dramaturgia», refiriéndose a que antes el personaje masculino
se comía al femenino. Esta vez es una mujer la que decide hacer del personaje
femenino una raspa, que así la define la actriz. Palabra que me encanta. Me
llamaron así de pequeña muchas veces y muchas más la escuché a mi alrededor y
me niego a que sea un término peyorativo. Pues raspa sí, para defender y para
estar. Este será un caso, de nuevo, para que el personaje femenino sea acusado
de desestabilizador. En el making-of
de Copia certificada, Juliette
Binoche habla de esa opción femenina de arriesgarse a estar en situaciones
incómodas y poner al descubierto la vulnerabilidad de una, comentando que se
sufre pero por el bien futuro.
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Vitalidad femenina. |
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Ensimismamiento masculino. |
La mujer mira a su alrededor, el murmullo de la vida le
llega y quiere incorporarse a él. El hombre se satisface. No compartimos y no
cambiamos juntos y a partir de ahí hay que hacer el esfuerzo para poder caminar
en paralelo. Esta diferencia la vi clara y manifiesta en Copia certificada. La pareja protagonista va al baño, pero por separado,
en diferentes momentos y en diferentes espacios. Delante de ellos, un espejo
que somos nosotros y detrás de ellos una ventana. La metafórica ventana. La
ventana de ella está cerrada pero aún así ella se acerca al escuchar gente
afuera y mira aunque sea por las rendijas de la ventana. ¿Y él? La ventana de
él está completamente abierta y suena un campanario pero nunca mira, nunca se
gira. Puede que girándose uno y mirar por la ventana se amenace la estabilidad,
pero arriesguémonos. Las mujeres tenemos visión gran angular. La de los hombres
es más focalizada.
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Estoy aquí. |
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Mi joya eres tú. |
Llegados a este punto he de desvelar que la intención
de escribir aquí y ahora partió de la similitud que encontré en dos carteles de
dos películas donde unos pendientes ocupaban todo el protagonismo. Una de esas
películas acabo de nombrarla: Copia
certificada y la otra es Madame de… (Max
Ophüls, 1953). El peso de los pendientes difiere en las dos. Mientras que en Madame de… la atención es total hacia
ellos, en Copia Certificada es un
detalle. Pero en ambas es una conexión
con el hombre. El personaje de Juliette Binoche se los pone solo cuando
pretende que su pareja la mire, para volver a recuperarlo o intentar que no se
aleje. Se los quita cuando el propósito desaparece. Además el lenguaje del amor
está aquí simbolizado con la lengua empleada. Cuando hay unión hablan el mismo
idioma, cuando no, ella en francés y él en inglés o ella, adaptándose, en
inglés. La protagonista de la película
de Ophüls opera igual que Juliette. Siendo un regalo del marido, los vende, los
aleja de sí y vuelven a ella como regalo del amante. Entonces los mitifica, los
vuelve centrales en su vida. Los pendientes son el reflejo de la conexión con
el hombre al que se quiere. Si esos pendientes colgantes están, la conexión
existe, si no, la conexión desaparece.
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¿Quiénes somos? |
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Rumiando sobre las joyas. |
Y un apunte más. Los pendientes de Madame de… son auténticos, los de Copia certificada no necesitan serlo y tal vez sean falsos, copias,
ya que de la copia trata la película. En ella se habla en cuanto a las obras de
arte de lo que es falso y genuino. Y a su vez y en el fondo lo más importante
es hablar de lo falso y genuino en las relaciones de pareja. Él y ella no son y
luego son pareja por obra y gracia del engaño y la complicidad cinematográfica
con el espectador.
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Yo siempre iré un paso por delante. |
De lo genuino se dice que es auténtico, fiable,
duradero, que tiene valor intrínseco. Pero a día de hoy no hay nada, ni una
historia detrás, ni un papel firmado, ni una intención, que nos asegure que una
relación es duradera, fiable y auténtica. Cada momento es una prueba y a su vez
cada momento es la verdad. Y desde nuestros ojos de espectadores, esa copia de
una relación como lo es doblemente la relación de los dos en Copia certificada es la más verdadera,
porque nos implicamos y nos identificamos. Es nuestro reflejo y es en el
reflejo, en la copia cuando verdaderamente nos miramos. Hace falta que sean
otros ojos los que describan la relación del personaje de Juliette Binoche con
su hijo para que esta se descubra en esa relación. Ella anda metros delante de
su hijo con los ojos cerrados, el hijo con una pesada mochila jugando con una
maquinita. Ella vive con eso, lo repite, pero lo reconoce y lo llora cuando
alguien le refleja.
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Espectadora en conexión. |
En un juego reflexivo de varias aristas podemos volver
a ver a Juliette Binoche llorando en otra película de Abbas Kiarostami. En Shirin (2008) llora al ver la película
que todas las demás mujeres iraníes contemplan. En el momento en que llora
Juliette Binoche la voz en off que escuchamos de la película que contemplan
todas es la voz del personaje femenino Shirin que se dirige tanto a otros
personajes femeninos de la película como a nuestros personajes femeninos
sentados en la butaca del cine: «¿Lloráis por mí o por vosotras mismas?». El
bendito reflejo que nos propone el cine.
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Hoy estoy que destaco. |
Y el reflejo además viene ligado a la interpretación.
Lo que vemos es interpretado y tanto la interpretación como la visión pueden no
ser fiables. El conocido guionista francés de Buñuel, Jean-Claude Carrière
aparece en la película Copia certificada.
Da la espalda al espectador y delante tiene una mujer a la que parece que increpa pero al moverse descubrimos que el
hombre estaba increpando a otra persona por el móvil y no a la mujer que tiene
en frente. Y otro tanto la interpretación de la estatua de la plaza por parte
del hombre y de la mujer.
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Copia de una copia. |
Leyéndome me doy
cuenta de que corro el riesgo de sesgar tajantemente al hombre y la mujer. Solo
quiero llegar al extremo para hacer visibles las diferencias que tanto positivas
como negativas se nos presentan en el reflejo artístico sobre todo
cinematográfico. Es en este sector donde la gran carga de responsabilidad todavía
no se deja sobre los hombros femeninos y esto sí, es una realidad. Son cantidad
las historias de parejas contadas por hombres y en verdad tienen que existir
pero esa visión masculina: ¿hasta qué punto coincide con nuestra visión como
mujeres?, ¿hasta qué punto es válida su visión?, ¿hasta qué punto hasta nuestra
propia visión está mediatizada?, ¿hasta qué punto la integramos?, y sobre todo
¿hasta qué punto nos interesa seguir siendo como somos?
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