jueves, 6 de noviembre de 2014

De línea en verso. Recordando a Alejandra Pizarnik





Alejandra herida.
 
 
 

Te leo decir: “Nadie me piensa”. Alejandra, hoy y aquí, yo te voy a pensar. Y veo que escribes: “Escribo para que me quieran”. Hoy y aquí, yo te voy a querer. Porque regalas reflejos y porque he atrapado entre tu diario una declaración de amor, que egoístamente me apropio: “Odio la letra L. En verdad solo amo la A y la M”. AM-O.

Eres una mujer llena de aserciones para consigo misma. Te dices fea, trágica, que eres un despojo humano, una herida. Miedo da contradecirte pero necesitas otras voces, de otros ámbitos.

 

mi rostro? Un cero disimulado

 

Alejandra, te marcaste unas obligaciones, tenías un proyecto, una vocación: morir. Y lo lograste. Mientras tanto, trazaste otro gran plan: escribir una novela. Esto no lo lograste.

 

Doy poemas para que tengan paciencia. Para que me esperen, para distraerlos hasta que escriba mi obra maestra en prosa

 

Tenías una hoja de ruta marcada, unos planes a seguir, tu propio listado de cosas por hacer. Te veo marcándolos con furia y rabia una y otra vez con un color fosforescente para que no te distraigan otras nimiedades.

 

No olvidarse de suicidarse

 


Cosas por hacer...
 
 
 

El ser una persona seria formaba parte del plan, te lo he escuchado muchas veces y ante todo, la gramática: estudiar gramática. Según tú, desconocías el español y eso te preocupaba. Era uno de tus caballos de batalla. Era necesario que lo controlaras para construir esa novela que llenaría los días que te restaban hasta llegar a los treinta y parar de contar. Y contaste hasta treinta y seis.

 

 He de partir/ Pero arremete ¡viajera!”

 

Tenías urgencia por escribir en prosa. Pero ¿por qué la profana y prosaica prosa? ¿Dónde se ha visto? Elegir la prosa es como una caída. La prosa es a la poesía, afirmó Valéry, lo que el andar a la danza. Escúchate Alejandra.

 

He aquí lo difícil:

caminar por las calles

y señalar el cielo y la tierra

 

Es una bajeza el bajar a la altura de la prosa. Un poeta, una poeta, si escribe prosa, debe tratar esta de la condición de poeta o rendir homenajes a poetas. Me lo dijo Susan Sontag mirando a los rusos, en concreto a Marina Tsvietáieva. Estos realizaban una apología de la jerarquía. No como tú que querías una prosa simple, buena y robusta. Querías una novela realista y tradicional. Para ti era el verdadero acto de creación. La sacralizabas.

 

contar en vez de cantar

 


La condesa según Santiago Caruso.
 
 
 

¿No te consoló tu condesa ávida de sangre? ¿Y el diario con el que te persigo? Verdaderamente veo que no lo hace. Incluso tus últimas palabras diarísticas las dedicabas a esta reflexión. Hoy, pienso en ti y deseo que hubieras hecho como el personaje sufriente del mal de Montano de Vila-Matas, que se daba cuenta de que el diario que estaba escribiendo se le estaba volviendo novela. Así descansarías. Pero entonces sería otro diario, sería un juego y tú querías ser seria. Seriamente prosaica.

 

 Pero hace tanta soledad

que las palabras se suicidan

 

Deduzco que estás enfadada porque me contestaste y no me he dado cuenta hasta ahora. Tú piensas que la poesía no eras tú quien la escribía. Ese maldito sufrimiento que si no aparece no tiene valor nada. El hecho natural para ti era el verso. El verso era una traducción de tu interior, era algo innato y fácil. Y uno no se reconoce lo que hace bien y pone el foco en lo que no es, en lo que no tiene, en lo que no hace, en lo que supone un esfuerzo.

 

Escribiendo

he pedido, he perdido

 

Te pido perdón por dejarme llevar y no respetar tu búsqueda. En el fondo estoy de acuerdo contigo pero asusta, sabes. Hay que contar con la mentira del lenguaje y con la impotencia que provoca. Valiente eras y eres porque no eras una pose que sin pretenderlo, a veces, se hace necesaria para sobrevivir.  Solo quería dialogar contigo y darte de nuevo las gracias por el reflejo que ha provocado que yo descanse, que muchos descansemos ya que tú no lo hiciste. Me enseñas que habrá que perder el respeto al lenguaje para ganar una novela.

 
[Texto publicado originalmente en el número 18 de Obituario]

http://obituariomag.blogspot.com.es/

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